A mediados del siglo veinte Ures era un pequeño pueblo en el centro de Sonora que quedaba incomunicado cada temporada de lluvias. El doctor Raúl Terán desarrolló su actividad profesional como médico con más atención personal que recursos técnicos, de manera tan exitosa y entrañable que los urenses decidieron dedicarle un monumento frente a la que fue su casa. Esta es su historia.